lunes, 5 de mayo de 2014

La bananización del racismo

por Ana Maria Gonçalves
(el artículo original, publicado el 29 de abril en portugués, se encuentra aquí: http://blogueirasnegras.org/2014/04/29/a-babanizacao-do-racismo/)

No me gusta mucho escribir textos al calor del momento, pero ahora va así, con emoción, porque el caso pasó de los límites. Principalmente porque sería mejor aclarar varios puntos de esa historia, que no es tan sencilla como parece.
Camisa vendida a 30 dólares
De momento, sabemos que la idea partió del padre de Neymar, quién también gerencia sus negocios: “el padre de Neymar nos llamó y pidió que creáramos algo. Surgió esa idea de que la mejor manera de acabar con el prejuicio es usándolo”, dijo Guga Ketzer, socio y vicepresidente de creación de la agencia Loducca, responsable por esta campaña que envuelve Neymar, a quién auxilia en términos de imagen. Campaña que, además, Ketzer intenta revestir con otro nombre, más digerible, denominándola “movimiento”.

Quizás, incluso, basándose en una idea del movimiento negro. Según él, la campaña creada por la agencia, junto con el staff de Neymar, no tiene matiz publicitario, pues no vende nada. Bueno, pero es exactamente ese el principio de las agencias de publicidad que conocí bien por trabajar en el área por más de 13 años: vender algo mientras se hace pasarlo como un favor. Es claro que están vendiendo la imagen de su cliente como el niño-publicidad antirracismo en el Mundial, puesto que este viene siendo ampliamente divulgada bajo el mote “Mundial Contra el Racismo y Por la Paz”. Yo, seguramente, aplaudiría la actitud de Neymar y de su padre si, en lugar de buscar una agencia de publicad (habrán pagado por la campaña, recibieron, o fue mediante el intercambio de visibilidad?) hubiesen buscado instituciones o personas que entienden de lucha anti-racista. O si usaran su prestigio para poner la agencia a servicio de esas instituciones. Porque lo que se vio fue una case de gran alcance, con un resultado extremadamente dañino para quién lleva la lucha en serio y no solo en la época en que esta tiene visibilidad.

El activista Douglas Belchior lo explica: “El racismo es algo muy serio. Vivimos en Brasil una escalada asombrosa de violencia racista. Ese tipo de postura y reacción despolitizadas y alienantes de deportistas, artistas, formadores de opinión y gobernantes tiene un objetivo claro: escamotear el real significado del racismo que genera desde bananas en campo de fútbol hasta el genocidio negro que sigue en todo el mundo”.

Así es. Es esa la actitud despolitizada de la agenciad de publicidad de Neymar, comprada por millares de personas a quienes el racismo dice muy poco, porque no los hiere directamente, que genera “conceptos” y seguridades así, dichas por su socio y vice-presidente de creación: “descubrimos que la mejor forma de combatir el racismo sería ridiculizar los racistas”. O sea: ese bando de negros incompetentes, hace siglos intentar crear aquí y allí una manera de combatir el racismo, aun no se habían dado cuenta de la modernísima técnica de ridiculización de la cual son víctimas casi diariamente. O aun: “Es una manera brasileña de tratar el asunto. Hay algún problema? Entonces dámelo que me lo comeré (…) es una cosa bonita”. Es lindo, de hecho, ver otro blanco diciendo quién es brasileño y quién no, porque muchos movimientos negros, en los cuales actúan brasileños, quieren no engullir el racismo. Pero ese, según Ketzer, es nuestro destino: “como cuando somos niños y sufrimos un apellido. Si te incomodas mucho con él, seguro queda, por eso nuestra idea era la de no rehuir la pelea, encarar la polémica y engullir el problema”.

De verdad, me quedo preguntándome si ya había sido combinado antes que el próximo jugador víctima de una banana iría comerla -efectivamente, ello se comprobó algunos días después, N. del T.-, porque me parece todo orquestado. Puede ser paranoia mía, claro, pero ese discurso de engullir parecía estar ya listo… y haya garganta y estómago. Que no son los de Ketzer, claro. Porque, para esa campaña, él solo presta el cerebro, para resolvérnoslos a nosotros todo y de una vez: “La mejor manera de acabar con el prejuicio es quitar la palabra. De ahí vino la idea de crear un ícono para expresar eso, que es la persona comiendo banana.”

Eso es, gente, simple y directo. Lean nuevamente: la mejor manera de acabar con el prejuicio es quitar la palabra. De ahí la idea de crear un ícono para expresarlo: la persona comiendo banana. No se puede siquiera reírse de ese concepto porque el caso es grave. Millares, quizás millones de personas compraron la idea de que están haciendo algo relevante y decisivo para la causa antirracista exhibiendo sus fotos comiendo banana. Habrá Ketzer preguntado a sus funcionario negros (sí, ellos siempre son llamados para validar una actitud del patrón blanco, en una versión corporativa del “tengo amigos negros”) qué les parecía la idea?

Ideas… recientemente participé de una reunión con la presidenta Dilma. Fuimos convocados prácticamente de un día para el otro, mediante la SEPPIR (Secretaria para la Promoción de la Igualdad Racial, que tiene status de Ministerio desde el 2002, N. del T.) sin saber muy bien el motivo. Lo que nos fue pasado es que la presidenta estaba convocando una reunión con activistas de los movimientos negros. Solo eso. Sobre qué ocurrió allá, dejo los textos de Douglas Belchior y de Ana Paula Magalhães Pinto..

Entonces también pensé en escribir algo, pero confeso que otros escritos e incluso una esperanza de que las cosas tomaran otros rumbos adiaron mi idea. Porque, en el fondo, realmente quería yo creer que el Mundial podría ser una oportunidad para hacer un trabajo interesante contra el racismo. Hubo la promesa de nuevas reuniones y de que participaríamos activamente en la elaboración de la campaña que se estaba gestando. Si tales reuniones ocurrieron, no lo sé. Y tampoco creo que iría, porque salí de la reunión sintiéndome mal, pensando en las barbaridades que han sido hechas para que el Mundial ocurra. Pero esta campaña de Neymar, apoyada por Dilma, me hizo decidir de vez que, si hay “Mundial contra el racismo”, soy oposición. Del Mundial y de la campaña. Quiero dejar claro que sigo dando todo mi apoyo a la SEPPIR, que viene realizando un excelente trabajo dentro de las condiciones más desfavorables, pero creo que es un absurdo que sea tratada como mera coadyuvante en esta jugada mercadológica de la presidencia y del Ministerio de Deportes. ¿Va haber campaña contra el racismo en el Mundial? Que la articulación sea de la Secretaria para la Promoción de la Igualdad Racial, y no del Ministerio de Deportes.

La idea que oímos en aquella reunión, de la presidenta Dilma, es la de que el slogan adoptado será “Mundial contra el Racismo y por la Paz”. Me pregunto qué racismo y qué paz, porque tal y como va la articulación de uno y otro, están quedándose en las manos de jugadores, directivos y figuras mediáticas oportunistas y alienadas que nunca se interesaron seriamente por el asunto. Y de la Policía Militar, de las Fuerzas Armadas y mercenarios extranjeros. Me atengo aquí a hablar solo de racismo, asunto por el cual me siento mejor informada. A esa altura del campeonato, algunos de los personajes que tenemos en campo son:

- El Ministerio de deportes, encabezado por Aldo Rebelo. Según la presidenta fue suya la idea de combatir el racismo y proclamar la paz, mediante videos con personalidades brasileñas y extranjeras que serían exhibidos en los estadios, antes de los partidos. Sería de él también la idea de poner jugadores en campo, cargando flámulas contra el racismo y por la paz. O sea, nada nuevo en el front, ni nada que salga del padrón ‘para turista’. Y mira que, en 2013, él y la ministra de la SEPPIR, Luiza Bairros, se habían reunido para discutir proyectos para el Mundial:

“destacamos la demanda de la creación de oportunidades para emprendedores negros y negras y también de la creación de observatorios de discriminación, una idea que surgió en Bahia y que pretendemos esparcir por todas las ciudades-sedes del Mundial 2014”, resumió Luiza Bairros y añadió: “Paralelamente a eso, en el caso específico del Mundial, el observatorio también puede prever la realización de fiestas populares, de modo que podamos, en todos esos lugares, aprovechar la inclusión efectiva de artistas y grupos culturales populares”.

Me parece que las sugerencias de la Ministra no fueron oídas. Incluso, me parece que Rebelo se olvidó completamente de esa reunión, porque dijo a la presidenta Dilma que la idea de hacer algo contra el racismo durante el Mundial había sido suya. Interés que suena, como mínimo, contradictorio con su trayectoria en relación a los intereses de la población negra. O en completo acuerdo con su actitud de no oírnos cuando buena parte de los movimientos negros estaba combatiendo la presencia de racismo en Caçadas de Pedrinho, libro infanto-juvenil distribuido por el gobierno,  estuvo en contra.

Denunciábamos el racismo que denominaba como macaca de carbón a la personaje Tia Nastácia. Mírenlo bien: macaca. Término al cual solo ahora él pasó a ver un problema. Rebelo es gran defensor de Monteiro Lobato (escritor infanto-juvenil cuya obra es considerada como patrimonio nacional incluso por importantes sectores ‘progresistas’, N. del T.), racista que lamentaba, entre otras cosas, el que no hayamos tenido en Brasil una Ku Kux Klan: “país de mestizos dónde el blanco no tiene la fuerza para organizar una Kux-Klan es país perdido para altos destinos (…) un día se hará justicia a KKK, tendríamos entonces una defensa así, que mantiene al negro en su lugar y así estaríamos libres de la peste de los medios cariocas- mulatito haciendo el juego del gallego y siempre demoledor, porque el mestizaje del negro destruye (sic) la capacidad constructiva”.

Es Lobato que Rebelo homenajea al proponer el Día del Saci, que Rebelo quería como mascota del Mundial.

O sea, estamos bien con este propósito de acciones contra el racismo, ¿no?

El padre de Neymar, quién encomendó la campaña, debe haber aprobado al ministro también. Entiendo y me solidarizo con el dolor de un padre que ve su hijo ser objeto de racismo. Principalmente cuando este hijo no se ve como negro, como Neymar. Pero los ataques racistas contra él ya ocurrieron hace algún tiempo. ¿Solo ahora se tornó algo importante? Parece que sí, como si fuera oportunismo o una suerte de ganas de revanchismo frente a la crítica que Neymar recibió por participar en el  video-clip de los macacos de Alexandre Pires.

La presidenta Dilma, de quién nos gustaría ver mucho más empeño en causas importantes para la población negra, como las descritas en el mencionado texto de Douglas Belchior, apoya esa campaña de la Loducca y aun escribir un Twitter que peligrosamente resbala en la retomada de la idea de la “democracia racial”: “mostraremos que nuestra fuerza, en el fútbol y en la vida, viene de nuestra diversidad étnica, de la que nos sentimos orgullosos #‎CopaSemRacismo”.

No, el mundial no será sin racismo. A menos que nos sorprendamos todos con las recién descubiertas propiedades antirracistas de la banana. Nuestro bueno y viejo racismo seguirá durante y tras el Mundial, quizás solo no se manifiesta durante los partidos. Nos encantaría ser oídos y respetados más allá de las exigencias de la FIFA. ¡Racismo es crimen! Es muy sintomático la impunidad de ese crimen, peligrosa e inaceptable -resaltémoslo: inaceptable- que una jefa de la nación apoye una campaña que, en lugar de pedir punición para un crimen del cual muchos brasileños son objetos todos los días, incentive el consumo de bananas. ¿La dignísima presidenta tiene noción de lo que hizo? Racismo en Brasil es crimen, presidenta. No-afianzable. Imprescriptible. ¡Crimen! Años y años de lucha de los movimientos negros para que el racismo sea considerado crimen, país que con tantas dificultades duda en admitirse racista, todo se va por las bordas cuando una presidenta cree que está bien ‘punir’ criminosos -resaltemos: criminosos- con la “respuesta osada y fuerte” (palabras suyas en Twitter) de comer banana. Que ella desmonte los sistemas judiciales y penales e instale haciendas de bananas por todo el país, pues. De preferencia unos negros realizando el trabajo de plantar, cosechar, recoger y comer. Fiscalizados, claro, por el Ministerio de Agricultura, como en la época de la esclavitud.

Habrá aun tiempo para intentar esa estrategia durante el Mundial? Y exportar la tecnología innovadora para todos los países participantes que también luchan contra el racismo? Veamos Luciano Huck, gran oportunidad de inversión! Porque él viene corriendo por la lateral del césped:

- Luciano Huck (popular presentador de televisión, N. del T.), quién parece haber sido importante en la propagación de esa campaña, con sus millones de seguidores en Twitter. Intentando ganar dinero con el dolor ajeno, puesto que su familia rubia nunca fue objeto de racismo, estampó velozmente la banana de Andy Warhol (¿o quizás la camisa ya estaba lista, así como la campaña, esperando la oportunidad?) y se apropió del mote publicitario, vistiendo dos modelos blancos para reírse de nuestra causa y vender camisas a 30 dólares, en una sección que se llama “Camisas del bien”.

Me da escalofríos por todo el cuerpo cuando escucho el término “del bien” asociado a cualquier cosas relacionada al racismo, puesto que, si ustedes no lo saben “ciudadano del bien” era el nombre del principal periódico publicado por la Ku Klux Klan. Ellos que, bajo sus capuces, se creían ciudadanos del bien. Huck, probablemente, así como buena parte de los que adhirieron a esa campaña que incentiva la impunidad de un crimen, debe así considerarse. En la lucha contra el racismo, armadas con una banana justiciera.

De la misma manera cómo cualquier cosa dicha tras “no soy racista, pero…” es racista, esa campaña lo es, intentan empujárnosla diciendo que no. Esa campaña es vacía, burra, rasa, oportunista, irrespetuosa, criminal. Refuerza estereotipos y barra el diálogo, de ahí su éxito, ya que nadie quiere de hecho envolverse mucho con el asunto. ¿Te sientes ofendido porque adheriste y te pareció lo máximo? Anda a pelearte con Loducca, con el padre de Neymar, con Neymar, con Huck, con la presidenta Dilma, con las personas que nunca llevaron en serio el intento de diálogo con los movimientos negros que están, hace décadas, intentando establecer. Si hubiéramos logrado este diálogo, una de las cosas que podríamos percibir es la dificultad de vaciar la simbología impregnada en un ícono racista. La banana es un ícono racista, usado por racistas para insultar como monos a los negros. no es un publicitario que, de un momento a otro, va a declarar que ella no es ya un ícono racista. Ese pensamiento mágico ya fue intentado durante muchas décadas con la democracia racial. Sabemos que no funciona, y bananas tiradas al césped, gente imitando macacos aun están ahí para probarlo. Haciendo una comparación muy baja y algo falla, lo sé, pero necesaria para poner las cosas en perspectivas, pensemos si Huck tendría valor de vender camisas estampadas con la suástica, porque un publicitario y un jugador de fútbol dicen que, de un momento a otro, comprar biscochos en forma de suástica y fotografiarse comiéndolos es la mejor manera de resignificar ese símbolo y transformarlo en su contrario, borrando su historia y acabando contra el racismo anti-judío. Me gustaría verlo.

Lo que ocurrió en campo con Dani Alves (a quién presto toda mi solidaridad) podría haber provocado una discusión productiva, no hubiese sido vaciada por esa campaña infeliz y hubiera sido seguida, principalmente por su parte, de un discurso algo más consciente y consistente. Es palpable la falta de preparo de la mayoría de nuestros atletas para lidiar con el racismo cuando nos enteramos, por ejemplo, de la actitud (esta sí) de los jugadores de baloncesto de Los Angeles Clippers, quienes protestaron contra las declaraciones racistas del dueño del equipo, reuniéndose en el centro de la cancha, antes de un partido, retirando sus uniformes y usando las camisas al revés ocultando el logo del equipo.

En realidad, nos da vergüenza compararlos y en EEUU racismo siquiera es crimen. Más vergüenza cuando sabemos de la actitud de Obama que fue a público condenar una actitud increíblemente ofensiva y racista: “Tenemos que, constantemente, estar atentos a las manifestaciones racistas que nos dividen más de lo que resaltan nuestra diversidad como fuerza. Los EEUU siguen luchando contra el legado de la esclavitud y de la segregación, que aun está ahí, los vestigios de la discriminación (…) Creo que tenemos que ser claros y firmes en denunciarlas”.

Mientras, tenemos una presidenta que se presta al rol de aplaudir internautas que bailan sobre nuestros dolores, involucionan nuestras luchas y comen banana. Porque ella cree que resaltar nuestro origen común primate hará con que racistas, que siquiera asumen serlo, dejen de ser racistas. A vísperas de un Mundial en el cual quiere mostrar al mundo que somos modelo de combate al racismo.

Si nosotros no queremos pasar aún más vergüenza, ni digo como nación, pero como seres pensantes y actuantes en causas que nos son caras (racismo y paz, además de otras), esta es más que la hora de tomar la dirección de esa campaña. Con fuerza. Porque no nos podemos fiar de quienes están en el comando, fingiendo que piensan el problema, que se preocupan o lo resuelven, mientras solo lo empujar bajo la alfombra. Que tal pensar una campaña paralela, realista, denunciatoria y que eleve el nivel de esa discusión?


Traducción: Danilo Assis Clímaco

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